LECTURA DE NOMBRAMIENTO
Monseñor:
Merecedor ha sido Vuestra Señoría de los máximos galardones; unos les han sido otorgados ya, y otros aún esperan su turno.
La Cofradía del Santísimo Cristo del Consuelo, conocida por "la de los Gitanos", cuya Imagen se venera en la Iglesia de esta Abadía; que fue fundada por seglares fervientes católicos, y a cuya creación prestó su más decidida y entusiasta colaboración aquel nuestro querido e inolvidable Don José Jiménez Casquet; por fin, aunque con mucho retraso, en Junta celebrada el día 3 de Febrero del pasado año 1968, tomó el acuerdo de nombrar a Vuestra Señoría Hermano Mayor Honorario de la misma; acuerdo, que a más de su constancia en nuestro libro de actas, quedó plasmado en la placa que a tal fin se confeccionó en el mes de Abril de dicho año 1968.
Al tomar posesión en el mes de Julio en curso la actual Junta Directiva de nuestra Hermandad, quisimos cumplimentar seguidamente el mencionado acuerdo, inexplicablemente demorado anteriormente, lo que no nos ha sido posible hasta hoy, por causas no imputables a nosotros y nuestro más ferviente deseo, sino debido a las justificadas ausencias de Vuestra Señoría.
Monseñor: Merecéis que esta placa fuese de oro y platino y orlada de brillantes, pero la austeridad de nuestra Hermandad nos impide el que así sea.
Como Hermano Mayor actual de nuestra Cofradía, pongo esta placa en manos de nuestro muy querido, por sus altos merecimientos, Capellán Consiliario Rvdo. Sr. Don Juan Sánchez Ocaña, dignísimo continuador de la obra de sus predecesores, los llorados Don Justo Cebrián y Don Julio Aneas, maestros míos en este Insigne Colegio Sacromontano, para que, purificado por él, que hace solo unos momentos ha experimentado la dicha de tener en sus santas manos el Cuerpo de Nuestro Señor, llegue a las benditas vuestras, nuestro muy querido Don Zótico.
Al verte así clavado, Jesús de mis amores,
en Cruz tan vergonzosa, por darme tu perdón,
hasta tus plantas llego, trayendo en mis clamores
aquel dolor supremo que tuvo el buen dolor.
Divino Nazareno, levanta esa mirada,
Oveja descarriada en busca de placeres,
Poco valgo yo personalmente y aun también poco en la representación que ostento, para enjuiciar la magnífica, constante, incansable y fructífera labor desarrollada por Vuestra Señoría, desde la llegada a esta nuestra Granada hasta el día de hoy, a través de todos los puestos que tan dignamente ha ocupado; labor reconocida, admirada y elogiada por altas personalidades, en todas las esferas, y del mayor prestigio.
Merecedor ha sido Vuestra Señoría de los máximos galardones; unos les han sido otorgados ya, y otros aún esperan su turno.
La Cofradía del Santísimo Cristo del Consuelo, conocida por "la de los Gitanos", cuya Imagen se venera en la Iglesia de esta Abadía; que fue fundada por seglares fervientes católicos, y a cuya creación prestó su más decidida y entusiasta colaboración aquel nuestro querido e inolvidable Don José Jiménez Casquet; por fin, aunque con mucho retraso, en Junta celebrada el día 3 de Febrero del pasado año 1968, tomó el acuerdo de nombrar a Vuestra Señoría Hermano Mayor Honorario de la misma; acuerdo, que a más de su constancia en nuestro libro de actas, quedó plasmado en la placa que a tal fin se confeccionó en el mes de Abril de dicho año 1968.
Al tomar posesión en el mes de Julio en curso la actual Junta Directiva de nuestra Hermandad, quisimos cumplimentar seguidamente el mencionado acuerdo, inexplicablemente demorado anteriormente, lo que no nos ha sido posible hasta hoy, por causas no imputables a nosotros y nuestro más ferviente deseo, sino debido a las justificadas ausencias de Vuestra Señoría.
Monseñor: Merecéis que esta placa fuese de oro y platino y orlada de brillantes, pero la austeridad de nuestra Hermandad nos impide el que así sea.
Como Hermano Mayor actual de nuestra Cofradía, pongo esta placa en manos de nuestro muy querido, por sus altos merecimientos, Capellán Consiliario Rvdo. Sr. Don Juan Sánchez Ocaña, dignísimo continuador de la obra de sus predecesores, los llorados Don Justo Cebrián y Don Julio Aneas, maestros míos en este Insigne Colegio Sacromontano, para que, purificado por él, que hace solo unos momentos ha experimentado la dicha de tener en sus santas manos el Cuerpo de Nuestro Señor, llegue a las benditas vuestras, nuestro muy querido Don Zótico.
José Martín Campos
Hermano Mayor
EL PECADOR A LOS PIES DEL SANTO
CRISTO DEL CONSUELO
Zótico Royo Campos
Abad del Sacro Monte
(Mis Intervenciones Oficiales, 1968)
en Cruz tan vergonzosa, por darme tu perdón,
hasta tus plantas llego, trayendo en mis clamores
aquel dolor supremo que tuvo el buen dolor.
Divino Nazareno, levanta esa mirada,
aquella que a los astros prestó su claridad.
Soy pecador, de cieno mi frente está manchada,
Soy pecador, de cieno mi frente está manchada,
mas quiero aquí contigo hablar en puridad.
Me arrastra la confianza que brindan esos brazos,
Me arrastra la confianza que brindan esos brazos,
tus voces que confunden mi horrenda ingratitud,
y ese tu amor sublime que prende en fuertes lazos,
por nunca castigarme, tus manos en la Cruz.
Tu lengua aheleada pregona mi vileza,
Tu lengua aheleada pregona mi vileza,
los surcos de tus carnes mi infamia y mi baldón,
y las espinas crueles que punzan la cabeza,
recuerdan las traiciones que alzara mi pasión.
Mis yerros… mis desdenes… aquel vivir siniestro,
Mis yerros… mis desdenes… aquel vivir siniestro,
que al recordarlo, apenas si puedo balbucir,
perdónalos, ¡oh Cristo!, fui ingrato, lo detesto;
que no torne a ofenderte, viéndote así morir.
Oveja descarriada en busca de placeres,
jamás percibir quise tu silbo paternal;
pero si así me sigues, que por salvarme mueres,
ya lloro mi extravío; perdona tanto mal.
Esclavo de mis gustos viví para mi daño,
Esclavo de mis gustos viví para mi daño,
corriendo por el mundo con loco frenesí,
hoy triste y abatido tras tanto desengaño,
Señor, vengo a decirte que no te conocí.
Robando a los viajeros gozaba en el desierto,
Robando a los viajeros gozaba en el desierto,
pensando que en la selva, oculto estaba a Ti;
mas Tú, Señor, no quieres verme ya en vida muerto
y vienes a buscarme muriendo junto a mí.
¡Bendito amor tan tierno! No temo ya tus iras,
¡Bendito amor tan tierno! No temo ya tus iras,
desde el madero santo me inundas con tu luz.
No tardes a él subirme, y haz que como expiras,
por tálamo de flores expire yo en mi Cruz.
Jesús que en tu agonía más Dios has parecido;
Jesús que en tu agonía más Dios has parecido;
Señor, qué dulce cargas mis culpas sobre Ti.
Adoro tus designios; mas oyes mis gemidos:
¡Cuando entres en tu reino acuérdate de mí!
Y ya que nada hoy niegas a quien con fe abrasada,
Y ya que nada hoy niegas a quien con fe abrasada,
¡oh Cristo del Consuelo! implora tu perdón,
bendice al Sacro Monte, bendice a tu Granada:
¡Que siempre así te adoren y alivien tu aflicción!