Crucificado de cuatro clavos, obra de José Risueño Alconchez (hacia el año 1698)

PLEGARIA ante el Crucificado de las Santas Cuevas del Sacro Monte

Documento extraído del número extraordinario del diario granadino GACETA DEL SUR, de fecha 15/06/1911,
bajo el título "Homenaje al Santísimo Sacramento". He aquí su transcripción al castellano actual:

Padrecito mío,
Que en la Cruz estás clavado
Con las culpas que todos cometemos...
¡Que esos son tus clavos!

¡Esos son tus clavos!
¡Culpas maldecidas!
Porque al Padre más bueno que todos,
Le han cortado la vida!

¡Qué dolor tan grande,
Padrecito mío!
¡Que al más bueno de todos los Padres
Lo maten sus hijos!
Te hemos dado mal pago:
Negarlo no puedo,
¡Padre mío perdona a estos pobres!
Ya que eres tan bueno!

Yo no quiero faltarte
Padre de mi alma,
Para que en la hora de mi muerte no tengas
Que echarme nada en cara.

Y antes que te falte,
Mira lo que te digo:
¡Ahorcado se vea mi cuerpo
Padrecito mío!
¡BIENVENIDO/A!

Este blog es en sí mismo un homenaje al Santísimo Cristo del Consuelo y a María Santísima del Sacro-Monte ("Los Gitanos"), Titulares de la Cofradía del mismo nombre, cuya sede canónica está ubicada en la Abadía del Sacro-Monte de Granada. Estas dos instituciones con sus entornos culturales y religiosos constituyen sus refe-rencias fundamentales. De hecho se inicia en el año 2009 para resaltar y acompañar la celebración del cuarto centenario de la Abadía, y se detiene coincidiendo con la salida extraordinaria de la Hermandad, una de las manifestaciones programadas para la celebración del setenta y cinco aniversario de su fundación. Y lo hace agradecido a todas aquellas personas e instituciones, que han contribuido a que su humilde andadura haya sido posible en estos años, y brindando, también, por un presente y futuro de plenitud espiritual y humana de estas dos instituciones granadinas.

SALVEMOS LA ABADÍA DEL SACRO-MONTE

SALVEMOS LA ABADÍA DEL SACRO-MONTE
Panorámica de la Abadía del Sacro-Monte,
referente de los orígenes de la fe cristiana en Granada y de la devoción a la Inmaculada Concepción.

Esta Abadía granadina es una ciudad edificada sobre el monte, que no puede ocultarse y que llama a todos a mirar hacia arriba y a desarrollar la fe en el compromiso social.

Folleto informativo

Arde parte de la Abadía del Sacromonte

ESTE INCENDIO SUPUSO UN DURO REVÉS PARA EL PRESENTE DE LA ABADÍA
¿PODEMOS SER OPTIMISTAS DE CARA A SU FUTURO?

Los granadinos de hoy, como lo hicieron los de ayer, sabrán valorar el inestimable legado sacromontano que supone para su ciudad. No se ama a Granada, si se sube al Monte Sacro en la Fiesta anual de San Cecilio, y después se la olvida. Las autoridades, las instituciones culturales y religiosas, el pueblo sencillo que peregrinó durante siglos a este santuario, ¿llegarán a colaborar en este movimiento de revitalización ya en marcha, para preservar de esta espléndida herencia que las generaciones pasadas nos legaron? UN PUEBLO CONSCIENTE Y MADURO DEBE CONSERVAR Y ACTUALIZAR SU PATRIMONIO RELIGIOSO Y CULTURAL.

A la Abadía del Sacromonte (Autor: Federico Rodríguez Ratia)

A la Abadía del Sacromonte (Autor: Federico Rodríguez Ratia)

APORTACIÓN EUCARÍSTICA DEL SACRO-MONTE

Todo el mundo sabe que la Abadía del Sacro-Monte surgió para dar culto a San Cecilio y Compañeros mártires. Y todo el mundo sabe que fue fundada sobre dos devociones fundamentales: a la Inmaculada y a la Eucaristía. Entre los hallazgos de las Santas Cuevas, apareció una inscripción que decía «A María no tocó el pecado primero»; y esto determinó la devoción sacromontana a la Inmaculada. La intensa vida eucarística de la Abadía fue definida por su fundador, el arzobispo don Pedro de Castro. 

Don Pedro de Castro Cabeza de Vaca y Quiñones era un hombre místico y profundamente piadoso, con una vida eucarística intensa y sincera. Su fervor se contagiaba a los asistentes, de tal forma que Felipe III dijo de él que no parecía un hombre sino un ángel. En la celebración de la Eucaristía, no le importaba el tiempo sino el fervor; por eso, su lema era «dure lo que dure». De hecho, en 1595, cuando subió privadamente a celebrar la Eucaristía en las Cuevas recién descubiertas, sumido en oración profunda, la misa duró tres horas. Pero fue en esa Eucaristía donde él decidió fundar la Abadía: por eso, de alguna manera, podemos decir que el Sacro-Monte nació en una Eucaristía.


El Arzobispo Pedro de Castro sube de noche al Sacro Monte.
[El 13 de abril de 1595, en torno a las cuatro de la tarde, unos obreros descubrieron una extraña "massa blanca" en forma de terrones mezcla-dos entre las cenizas y las piedras de la caverna que excavaban. Esa misma noche, subió el arzobispo a las cuevas, a las dos de la madrugada del catorce de abril, cuando ya era de noche cerrada, acompañado por «...el liçenciado Hierónymo de Herrera secretario y don Gaspar de Pernis cauallerizo».]
El culto eucarístico

Don Pedro de Castro dejó su impronta eucarística en las constituciones y estatutos de la Abadía. Los canónigos y los capellanes del Sacro-Monte tenían la tarea de cantar en el Coro, por la mañana y por la tarde, las Horas Litúrgicas comunes a cualquier Cabildo. Pero, además, se le encomendaba una vida eucarística abundante, para atender a las celebraciones de la Santa Misa y a la adoración ante el Santísimo. 

Según eso, el fundador dejó establecido que hubiese una hora de oración antes de amanecer y media hora al anochecer. En ambas ocasiones, la oración era silenciosa y en adoración ante el Santísimo expuesto. La hora de la mañana se llamaba, simplemente «oración»; la media hora de la tarde «descubrimiento», porque, al abrir la puerta del sagrario, se descubría el Sacramento y, pasada la media hora, se ocultaba sin dar la bendición; es decir, se trataba simplemente de «descubrir» para adorar. 

En cuanto a la celebración eucarística, se decían diversas misas por diversas intenciones. La «misa de oración», en el altar de la Inmaculada, a las siete y media de la mañana, se decía calladamente para no estorbar la oración de los canónigos, y capellanes. A las ocho se celebraban «las muchas» así llamadas porque, en aquellos tiempos en que no había concelebraciones, los sacerdotes que no tenían que decir las misas fijas se distribuían por los altares laterales de la Colegiata para celebrar su misa privada. A las ocho y media, ante el gran tabernáculo de la Capilla del Sagrario, del siglo XIX, se celebraba la «Misa de Prima». Y, finalmente, algo después de las nueve, tras el canto de la Liturgia de las horas, se celebraba la «Misa de Tercia», que siempre era solemne y con asistencia de todos los canónigos y capellanes. 

No es de extrañar que muchos sacromontanos hayan descollado por su devoción y por sus escritos sobre la Eucaristía. Por vía de ejemplo, citemos a don Andrés Manjón que escribió sus «Visitas al Santísimo» y a los capitulares Rafael García Gómez y Antonio Montes Sánchez que estudiaron este sugerente tema: «En la Eucaristía se concluye la creación, se incluye la encarnación y comienza la glorificación». 

Utensilios eucarísticos

Naturalmente, la Abadía ha ido adquiriendo y conservando abundantes objetos y utensilios para el uso litúrgico eucarístico: ornamentos riquísimos, sagrarios de plata, cálices, custodias, colecciones de portapaces y portaviáticos en plata repujada, etcétera. Destaquemos especialmente el monumental tabernáculo de la Capilla del Sagrario antes citado y, sobre todo, el Monumento del Jueves Santo, que es un grandioso ostensorio barroco del siglo XVIII, en madera tallada dorada, de forma piramidal, que sólo se usaba el Jueves Santo que, recientemente restaurado, se puede admirar en una de las salas museísticas de la Abadía sacromontana. 

Señalemos finalmente que esta devoción a la Eucaristía se ha mantenido siempre en el Sacro-Monte y no se ha interrumpido ni siquiera en los años difíciles en que un solo capitular -don Jesús Roldán- vivía en la Abadía para atender a todo lo necesario. Aún más, podríamos decir que en los últimos tiempos ha cobrado especial solemnidad y mayor participación del pueblo la celebración del llamado «Corpus Chico», que tiene lugar el domingo siguiente a la gran procesión del Corpus en la Ciudad: resulta una devotísima fiesta que incluye adoración del Santísimo, procesión por el claustro y placetas y solemne Eucaristía. Para dar solemnidad a las celebraciones se fundó hace unos años el Coro Litúrgico de la Abadía. Y, a partir de este año 2000, esta Eucaristía se verá enriquecida y con el Rito Hispano-Mozárabe que ha sido concedido a la Abadía para tres días al año, uno de los cuales es precisamente el del Corpus Christi. 

Jesús Blanco Zuloaga.
Canónigo emérito del Sacro-Monte 
(Suplemento del Semanario FIESTA,
04/06/2000 - pág. 12)
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