Foto: Manuel Lirola García, 2012
Desde la Abadía del Sacromonte hasta la Iglesia del
Sagrado Corazón de Jesús (PP. Jesuitas).
Día.-
Sábado, 5 de Abril de 2014.
Horario.-
Salida, a las 18:00 h.
Llegada, a las 20:45 h.
Itinerario.-
____________________________________________________________________________Carril de los Coches, Puente Mariano, Camino del Sacromonte, Peso de la Harina, Cuesta del Chapiz, Paseo del Padre Manjón, Carrera del Darro, Plaza de Santa Ana, Plaza Nueva, Elvira, Marqués de Falces y Gran Vía de Colón.
[RETAZOS DEL GRAN PREGÓN DE SEMANA SANTA QUE PRONUNCIARA EL CANÓNIGO DEL SACRO-MONTE,
D. FEDERICO RODRÍGUEZ RATIA, EL 21 DE MARZO DE 2004,
EN LA CAPILLA DE SAN DIONISIO AREOPAGITA]
EN LA CAPILLA DE SAN DIONISIO AREOPAGITA]
SENTIMIENTOS DURANTE EL TRASLADO:
Es domingo.
El Cristo reposa en las parihuelas delicada y primorosamente instalado.
La Virgen va en la andas, peregrina con su Hijo hacia Granada. Nuestro corazón en fiesta, apenas conteniendo las lágrimas, los gritos y los rezos.
Unas flores adornan tímidamente los pasos.
Una canasta vacía espera la ofrenda floral espontánea de la gente al paso de los dueños del Sacro Monte.
Salimos de la Iglesia de la Abadía:
Los pájaros, alarmados por la soledad que se avecina, le preguntan al viento que qué pasa; pero el viento los ignora, pues se apresta a unirse a la comitiva, vestido de brisa. Sólo las palomas, con sus roncas y monótonas voces, parecen quejarse, y van y vienen en un revolotear desconcertado y nervioso.
Los caminos que bajan del Monte se abren y se ensanchan ante el Señor del Consuelo y la Reina del Sacromonte (Los Gitanos), que descienden por la ladera del monte, en la procesión más peculiar de Granada. Porque el Traslado está lleno de matices:
- a veces parece improvisada romería,
- a veces se asemeja a nómada tribu que traslada cuidadosa sus preciados tesoros a horizontes no explotados,
- a veces a cortejo de boda que acompaña a una novia divinamente bella,
- a veces a un calvario descendente con el Hijo y la Madre, soledad y muerte, por sus fieles devotos arropados.
- Pero siempre sublime, irrepetible.
Y, mientras tanto, la Abadía se queda sola, desgarrada.
Recuerdo que el año pasado –el pasado sirve para explicar el presente y explorar el futuro– viví esta experiencia con vosotros. Recuerdo, todavía emocionado, los profundos sentimientos que estas escenas produjeron en mi alma. Sí, en mi alma de andariego por caminos de muchos horizontes, de estudioso empedernido, de profesor universitario, de sacerdote del postconcilio, aunque nunca iconoclasta, de canónigo sacromontano. Con mi bagaje de conocimientos y experiencias yo creía poder controlar con facilidad mis emociones. Pero me di cuenta de que no era posible. Y doy gracias a Dios por ello.
[¡Qué horror hubiera sido tener sofocado el sentimiento, haber desterrado las lágrimas que produce el gozo, el estupor que produce la belleza, la admiración ante las cosas sublimes, la emoción de la vida y el amor: haber desterrado de mí la humanidad, en definitiva¡].
Hoy afloran ante mí las imágenes y sentimientos de aquella mañana del domingo seis de abril de 2003. Como poeta, pero poeta de don más que de oficio, los plasmé en unos versos, que titulé LA BAJADA DEL SANTÍSIMO CRISTO DEL CONSUELO, y que ahora os recito:
De nuevo la amanecida,
de nuevo el Cristo bajando
por la ladera del Monte:
el Cristo de los Gitanos.
Va con los brazos abiertos,
de par en par el costado,
el rocío de su sangre
con el sol centelleando.
Lleva “El Consuelo” sus ojos
en lágrimas arrasados,
le tiemblan las coyunturas,
la frente le está quemando,
porque la guerra y los odios,
la violencia y los tiranos
le están hiriendo las sienes
y el alma martilleando.
Ya va por el Albaicín
hacia Granada, despacio,
por las calles empinadas
pisando los empedrados.
se están llenando de nardos, de palmas y zapateos, de rosas y de geranios, |
que así expresa su cariño
el alma de los gitanos al Cristo, que por sus calles va en la mañana pasando.
Un suspiro con un viva,
un te quiero con un canto,
una saeta, una copla
el pueblo le va cantando.
Y le cantan y le bailan
y le rezan entre aplausos,
porque da garbo a este Monte,
que sin Él no sería Sacro.
En la Abadía se quedan
los pájaros sollozando:
se han llevado su “Consuelo”
hasta Granada, temprano.
Sin aroma están las flores,
sin amapolas el campo,
hasta que Tú no regreses
a este tu Monte Sacro.
¡Cristo mío del Consuelo,
mi Cristo de los Gitanos!
|
SENTIMIENTOS DURANTE LA ESTANCIA DE NUESTROS TITULARES FUERA DE LA ABADÍA:
¡Qué sola está la Abadía
sin mi Cristo del Consuelo!
¡Qué dolor, qué desespero invaden el alma mía! |
Pues contemplarte no puedo,
Nazarena dolorida, no quiero tener consuelo ni paz en el alma mía. |
Estos breves e improvisados versos me salían del alma cuando, en un viernes del pasado febrero, componía este pregón, en mis estancias de la Abadía, luego de haber estado un rato en oración ante nuestros Titulares.
Evocando también ahora los sentimientos que sentí el año pasado cuando, desde el domingo del Traslado hasta la madrugada del Jueves Santo, el Cristo y la Virgen estaban en el templo jesuítico de la Gran Vía granadina, aguardando la llegada del Miércoles Santo para salir en Estación de Penitencia y esta Abadía estaba rota por dentro porque no los tenía en su interior, un día no lejano compuse este soneto al Cristo del Consuelo, que titulé
"ESTOY ROTO SIN TI"
Sólo me queda a flote tu recuerdo,
desde que te bajaron, Cristo mío,
a la ciudad del Darro. Está vacío
sin Ti mi corazón, parado y lerdo.
Y luego me dirán que no estoy cuerdo,
que pierdo la razón y desvarío,
cuando de madrugada, junto al río,
me plante para verte. El alma pierdo
poco a poco si Tú no estás conmigo.
Mi Cristo del Consuelo, peregrino
sufriente por las calles de Granada.
Yo sé que mi dolor no pesa nada
mirado desde el tuyo; mas te digo
que estoy roto sin Ti, y desatino.