Nuestro abrazo más cordial de bienvenida y agradecimiento a cuantos asisten a celebrar la festividad de la Inmaculada Concepción (nuestra Madre), a la que "No tocó el pecado primero" (nuestro lema); Ella era el faro, la estrella, la luz que nos alumbraba, el eje sobre el cual pivotaba toda la vida colegial durante aquellos años de la Edad de Oro de esta Abadía en el pasado siglo XX. La saludábamos cada mañana al final de la misa, nos encomendába-mos a Ella para que nos asistiera durante el día y le dábamos las gracias al terminar la jornada con el rezo de Santo Rosario vespertino. Si la hora del Ángelus o Regina Caeli nos sorprendía en el fragor de nuestros juegos, en las "place-tas", todo se interrumpía, adoptábamos una actitud de recogimiento y lo rezábamos ¡en latín!, dirigido por algún sacerdote o, en su defecto, un "Superior". Durante el mes de Mayo, en los accesos a los dormitorios, disponíamos de un listado de "propósitos" a cumplir durante el día siguiente, que determinaba la bolita que sacábamos a suerte.
Este día era de gala; se celebraba la "Fiesta de los Antiguos Alumnos" y toda la Abadía quedaba repleta de señores muy respetables, algunos tocados con capa española, a los que se les ofrecía un almuerzo en el comedor "de los mayores"; algunos compañeros señalaban a su propio padre y los demás, que llevábamos casi tres meses sin verlo, sentíamos cierta envidia.
Durante los meses fríos utilizábamos el manto como prenda de abrigo; era muy efectivo y evitaba más de un resfriado. Pero este día, como otros relevantes durante el curso, o cuando "bajábamos" a Granada como Entidad Colegial, era preceptivo utilizar el "Manto y la Beca", tal y como lo hacemos hoy en recuerdo y homenaje a todos aquellos que lo llevaron con orgullo, supieron lucirlo y hoy nos ven desde el cielo, ¡junto a Ella!
Fuente: El Sacro-Monte de Granada
por Don José de Ramos López,
Canónigo Presidente de esta Insigne Iglesia.
Madrid, 1883