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Dios es amor, |
a su calor eterno, |
más que el calor de madre, dulce y tierno, |
más que el calor del sol, fuerte y fecundo, |
tuvo origen el mundo; |
puso en él su criatura perfecta, |
la más noble y perfecta, |
el ser humano, |
a quien con larga mano, |
hizo señor y dueño de la tierra |
y de cuanto ella encierra. |
Así nos dignificas y recreas, |
¡Señor, bendito seas! |
¡Ingratitud sin par, cosa inaudita! |
el hombre, de su Dios se ha separado, |
y, loco, descentrado, |
al abismo del mal se precipita. |
¿Le dejará el Señor? |
No, que le ama, |
le promete perdón, hijo le llama, |
Desciende hasta la tierra ¡oh maravilla! |
caridad sin igual, amor sin nombre, |
a convertirse en hombre, Dios se humilla, |
a la altura de Dios, levanta al hombre. |
Aún hay hombres que a Dios ofenden, |
aún hay desdichados |
que del camino recto desviados, |
hacia su perdición, ciegos propenden, |
¿Los dejará el Señor? |
No, que infinita |
es la hoguera de amor en que palpita |
el corazón de Dios, que al hombre espera |
para abrasarse en la divina hoguera. |
¿Sabéis, hombres, en donde |
nuestro divino Amante |
su majestad esconde |
y, sin perder instante, |
celoso y anhelante, |
con sonrisas y lágrimas nos llama, |
como sabe llamar sólo quien ama? |
Es en la Eucaristía |
en un trozo de pan ¡quien lo diría! |
tras el blanco caudal del Pan del Cielo, |
con delicado velo |
se oculta nuestro Dios de amor rendido, |
y quiere ser comido |
para estrechar al hombre en tierno abrazo |
y hacer más fuerte el lazo |
que su inmensa bondad nos ha tendido. |
¿Sabéis lo que es el amor? |
Pues siendo nuestro amor tan limitado, |
está dispuesto a todo sacrificio |
con tal de procurar al ser amado |
un leve beneficio. |
Dios es amor |
y está rendidamente enamorado |
del hombre, en quien su imagen ha grabado. |
Dios es eterno Amante |
y jamás en su amor dice: bastante. |
Cuanto hace en nuestro bien le sabe a poco: |
¡es amor infinito, es amor loco! |
Juan Alonso Vela |
Canónigo del Sacro-Monte |
(Gaceta del Sur, 03/06/1926 - pág. 1) |