IDEAL/GRANADA
14/05/1983 - pág. 17
MADRE Y REINA
Dos conceptos interesantísimos, entre otros, nos ha enseñado la fe, respecto de la Santísima Virgen María: el de madre y el de representante de la humanidad en la misteriosa obra de la Encarnación. Y a estos dos conceptos, corresponden otros dos tiernísimos afectos, de nuestro corazón: el amor y la admiración.
Jesucristo, pendiente de la cruz en el Calvario, la constituyó nuestra madre adoptiva. Y desde entonces, esta singularísima mujer, ejerce respecto de los hombres, en el orden sobrenatural el oficio más tierno y más sublime que la mujer ejerce para con el hombre en el orden natural: el oficio de madre.
Ella, en efecto, nos ha engendrado, por medio de su Hijo a la vida de la gracia, como nuestra madre natural nos engendró a la vida de la naturaleza.
Es, además, la única persona humana que ha cooperado activamente en la Encarnación, obra maestra de Dios, pues, si bien el Verbo Eterno tomó nuestra naturaleza, no tomó ninguna persona. La Santísima Virgen fué quien en nombre de la humanidad, dió su consentimiento personal para que se realizara la sublime obra, y la única persona humana que ha sido elevada ese cuerpo y alma al cielo, en donde ocupa el trono de Reina de los ángeles y de los hombres.
Te amamos, pues, oh María, como Madre, y te admiramos como Reina, y por ambos conceptos, coronamos tu imagen, para expresarte nuestro amor y nuestra admiración.
Juan Alonso Vela
Canónigo del Sacro-Monte
(LA VERDAD, 20/09/1913)