IDEAL/GRANADA
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IDEAL/GRANADA
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MEDITACIÓN ANTE LA IMAGEN DEL
SANTÍSIMO CRISTO DEL CONSUELO
SANTÍSIMO CRISTO DEL CONSUELO
Al verte, mástil sin vela
y abandonado del cielo, intento darte consuelo. Y eres Tú quien me consuela. Por mis pecados expiras, dando con ello razones, que más que para las iras estás para los perdones. Y dejando entre tus dedos todo tu poder, clavado, aún me ofreces el costado para quitarme los miedos. Árbol, torreón, escudo, pararrayos mío fuiste; y cómo tal viento pudo dejarte así en un tan triste árbol tan desarbolado pararrayos tan herido, torreón tan derribado escudo tan destruido… Dejar quiero, como rosas sinceras y arrepentidas, unas lágrimas piadosas que consuelen tus heridas. Pero Tú arreglas las cosas a tus maneras divinas; |
y, al devolverme las rosas,
te quedas con las espinas. De más dolores te llenas, en más dolores porfías, y así te colmas de penas al hacer tuyas las mías. Con tan generoso juego con que juegas al amor, vas a conseguir, Señor, -y no te lamentes luego-, que, en convenio tan injusto, yo sume malas acciones para que te des el gusto de multiplicar perdones. Cuando comprender persigo tan descompasado amor, sólo comprendo, Señor, que no se puede contigo. Pues, ¡quién le puede a un amigo que, sobre tanto tormento, aún se hace vid, se hace trigo, para ser nuestro alimento…! Me rindo, pues, a tu celo, celo tan empecinado; sigue, gran desconsolado siendo todo mi Consuelo. |
LA VIRGEN DEL SACROMONTE
La Virgen del Sacromonte,
entre abadesa y gitana, tiene cara de azucena y corazón de Granada. Granada que a granos queda toda dolor desangrada. Que, aunque su Hijo del Consuelo quiere verla consolada, su corazón, Madre, se abre lo mismo que una granada. Mas si sus albaycineros llegan con su plegaria, su granada de tristeza se vuelve alegre granada, y su melena de noche es un mechón de alborada; y el bronce de sus lamentos y la lluvia de sus lágrimas se hacen oro y se hacen lumbre en hogueras y bengalas. Desde la vega hasta el monte, desde la risa a la lágrima, desde la cuna a la muerte, desde la sangre hasta el alma vengo con mi pena a cuestas por siete cuestas gitanas. |
Pero no es tanta mi pena
y no es mi amargura tanta si allá arriba está esperando mi Madre sacromontana para consolar mi llanto por siguiriyas gitanas; si allá arriba está esperando mi Virgen Sacromontana para fundir mis pesares de martinete de fragua en la fragua de su pecho y en la estrella de su lágrima. Mientras, allá abajo, el Darro, como un gitano de agua, le canta con voz de espuma lo que calla mi garganta: «En el cielo de Granada y en su más “jondo” horizonte es una hoguera de estrellas mi Virgen del Sacromonte». Mi Virgen del Sacromonte, entre abadesa y gitana, para quien llegue hasta Ella con una “duquela” de alma, tiene el corazón abierto lo mismo que una granada. |