SIGUIENDO AL "CONSUELO"
ARROPANDO A MARÍA SANTÍSIMA DEL SACROMONTE
(Fotos: IDEAL, 04/04/2012)
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Insigne, Pontificia, Real, Colegial, Magistral y Sacramental Cofradía del Santísimo Cristo del Consuelo
y María Santísima del Sacromonte
Sede Canónica: Abadía del Sacromonte
Salida: Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús (PP. Jesuitas)
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HORARIO.-
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16’45 h.
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Salida
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18’50 h.
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Cruz en Ángel Ganivet
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(Tribuna Oficial, inicio de Carrera Oficial)
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19’25 h.
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Salida de Tribuna
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19’40 h.
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Cruz en Plaza de las Pasiegas
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(Puerta de la S. I. Catedral)
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20’10 h.
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Cruz en Puerta del Perdón
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20’25 h.
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Salida de Plaza de las Pasiegas
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20’40 h.
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Salida de la S. I. Catedral
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(final de Carrera Oficial)
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03’10 h. madrugada
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Regreso a su Templo de la Cruz de Guía
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03’20 h. madrugada
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Paso Cristo
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03’30 h. madrugada
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Paso Virgen
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ITINERARIO.-
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Gran Vía (17’20 h.), Plaza de Isabel la Católica (17’45 h.), Pavaneras, Plaza de San Juan de la Cruz, San Matías (18’35 h.), Plaza de Mariana Pineda, Ángel Ganivet (Tribuna Oficial), Puerta Real de España, Recogidas, Alhóndiga, Jáudenes, Marqués de Gerona, Plaza de las Pasiegas, Santa Iglesia Catedral, Cárcel Baja, Gran Vía de Colón, Reyes Católicos (21’00 h.), Plaza Nueva, Plaza de Santa Ana, Carrera del Darro, Paseo del Padre Manjón, Cuesta del Chapiz, Peso de la Harina (22’40 h.), Camino del Sacromonte, Puente Mariano, Carril de los Coches (03’00 h. madrugada), a su Templo en la Abadía del Sacromonte. |
DATOS DE INTERÉS.-
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Vestidor: Álvaro Abril Vela. Acompañamientos Musicales: Tras el paso de Cristo, la Banda de Cornetas y Tambores Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, de Granada; y con el paso de Palio, la Banda de Música Villa de Otura. Capataces: Paso de Cristo: Francisco Rodríguez Rodríguez, auxiliado por Alfredo Muñoz Soto, y siendo contraguías, José María Rojas Sánchez y Alejandro Sánchez Madrid. Paso de la Virgen: Eduardo de la Torre Mochón, auxiliado por Julio Rodríguez Izquierdo, y siendo contraguías, Francisco Gabriel Moreno Pedrosa y Borja Maldonado Sánchez. Estreno: Nueva Cruz de Guía realizada en el taller de Juan Angulo Servián, de Lucena (Córdoba). |
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[RETAZOS DEL GRAN PREGÓN DE SEMANA SANTA QUE PRONUNCIARA EL CANÓNIGO DEL SACRO-MONTE,
D. FEDERICO RODRÍGUEZ RATIA, EL 21 DE MARZO DE 2004, EN LA CAPILLA DE SAN DIONISIO AREOPAGITA]
SENTIMIENTOS DURANTE LA ESTACIÓN DE PENITENCIA,
POR LAS CALLES DE GRANADA, EL MIÉRCOLES SANTO:
Es la hora:
Se abren las puertas del templo.
POR LAS CALLES DE GRANADA, EL MIÉRCOLES SANTO:
Es la hora:
- La hora de los nervios, de las enérgicas órdenes para que todo salga a pedir de boca, con elegancia, con ritmo, con pasión;
- la hora de los pasos solemnes y quedos;
- pero, también es la hora de las emociones apenas contenidas, la hora de los suspiros, de las miradas, de las velas, del incienso y de las lágrimas;
- la hora del rezo a la intemperie, de la congoja hecha copla, hecha desgarro de saeta.
Se abren las puertas del templo.
- ¡Que se pare el tiempo en este instante en las calles de Granada!
- ¡Que salen Los Gitanos!
- ¡Que sale el Cristo del Consuelo, con su Madre dolorida María Santísima del Sacromonte, a pasear su amor crucificado y su costado abierto por las calles de Granada!
- ¡Que sale a decirnos a todos lo mucho que le duelen nuestros fallos, nuestros odios y pecados; pero, también y sobre todo, a decirnos que nos ama y que nos perdona, a llenar de paz y de consuelo nuestras almas. Él, que en el momento de su pasión buscó quién lo consolara y no lo halló. Ahí está, también su Madre y nuestra Madre, de dolor transida, para decirnos que, a pesar de la pena, estamos llamados a la vida!
- ¡Qué emoción cuando, cruzando la puerta en momentos de tensión y de angostura imposible, los costaleros y costaleras sacan los pasos a la calle!
- ¡Cómo vibran los presentes! ¡Cómo brotan disimuladas las agridulces lágrimas! Os aseguro que las he visto salir a borbotones de los ojos de una mujer sencilla al contemplar en la calle al Cristo del Consuelo; yo he visto a más de una muchacha llevarse levemente el pañuelo a los ojos, sorprendida su juventud por la emoción del inesperado impacto de tan sublime escena; yo he visto reflejarse la figura del nuestro Cristo en los ojos de un niño que se abrían de par en par, como una radiante madrugada, extasiados ante tan sublime y divino espectáculo.
- ¿Verdad, hermanos? –y no disimuléis vuestra emoción, que es digna y justa-, ¿Verdad que en esos instantes, escalofríos de plata recorren nuestra piel y nuestras venas?
- Ya están el Cristo y la Virgen pisando el asfalto de la Gran Vía, que de pronto se torna en Vía Dolorosa, en Calvario estremecido; pero también en intuido Camino de Emaús.
- ¡Cómo lo siente Granada!
Permitidme que os recite este soneto a nuestra Virgen compuesto el año pasado para este sublime momento:
Tarde de Miércoles Santo. En la altura
pugnan el sol y las nubes por tenerte;
en el cielo los querubes enmudecen
cuando miran tus dolores y amargura.
La Alhambra cierra sus puertas y se asoma
a la Torre de la Vela para verte, galanura
de Virgen sacromontana, cuando pasa
por las calles de Granada tu hermosura.
Un desgarro de saeta rompe el aire,
y del alma a borbotones se me escapa
la pena al contemplarte, traspasada,
detrás de Cristo, al madero cosido
por culpa de mis pecados. Dolorosa,
nazarena, Madre mía de mi alma.
Y empieza la procesión entre música y silencios: Camino de penitencia.
Y avanza pausadamente por la Gran Vía, en compuesto y solemnísimo cortejo, perfumando con incienso cada instante, cada paso, cada copla, en dirección al monumento a Isabel la Católica.
Está la reina sentada
y Colón en pie le explica sus proyectos a la reina, cuando desde la Gran Vía la comitiva se acerca.
La reina no se levanta;
Colón no se da la vuelta, porque ambos son de bronce; pero sus almas despiertan y se postran ante el Cristo, el Rey de cielos y tierra.
Del Sacromonte una brisa
baja por el valle, fresca, y pasa por Santa Ana, por Plaza Nueva y la Audiencia. |
Viene a refrescar el rostro
de Cristo, que fuego echa, que el dolor le está quemando las mejillas. Y la pena de verle tan dolorido va dejando mi alma yerma.
Un tambor rompe el silencio
y el alma se me despierta.
Ya sigue la comitiva.
A San Matías se endereza.
Y luego, muy despacito,
solemnemente se acerca hasta llegar a Tribuna: Estación de Penitencia. |
¡Qué solemnidad! Los brazos
de Cristo al aire. La pena
de Cristo al aire. La pena
de la Virgen en su rostro.
La llaga de Cristo abierta:
de par en par su costado
para albergar a Granada
siempre que Granada quiera.
Y lo mismo que en la “Toma”
el vocero vocifera:
¡Granada! [¿Qué?]
Estate alerta,
que el Cristo de los Gitanos
te está mirando a los ojos,
del Carmen en la placeta.
Te está pidiendo consuelo.
Aunque Él consuelo te diera
cuando te veas dolorida
y consuelo le pidieras.
Y, luego, a la Catedral.
La Plaza de las Pasiegas
sirve de pórtico. Atentos
todos. Del pastor se oye
la voz, que explica y que reza.
¿Habéis visto alguna vez la Catedral más hermosa que cuando recibe la visita de nuestros Titulares, llevados con amor por nuestros costaleros, y acompañados por todos los hermanos de la Cofradía?
- Las bóvedas se iluminan con la luz más tenue y a la vez más intensa.
- Los focos que miran al suelo arrancan destellos de rubíes del cuerpo ensangrentado del Cristo;
- el rostro de nuestra Virgen se hace transparente y una lágrima fúlgida centellea en su mejilla;
- los pasos de los costaleros por el mármol del suelo catedralicio me suenan a repiques de campanas lejanas, a murmullo de plegaria. Y el alma se sublima y el espíritu se eleva hasta la altura, escapándose hacia el cielo, por la rendija de alguna ventana.
SENTIMIENTOS DURANTE LA VUELTA
A LA ABADÍA:
De vuelta. Por Plaza Nueva
baja la brisa temprana. Trae los suspiros del Monte Sacro, que apenas si aguanta, un minuto más, siquiera, en esta Semana Santa sin su Virgen y su Cristo, que se fueron a Granada. El Darro campanillea
sus campanillas de agua
al paso de nuestro Cristo, casi ya de madrugada. La Virgen mira hacia el Monte
y se le escapa una lágrima.
De pronto suenan tambores,
el silencio se demanda,
que de silencio es la hora,
de bengalas y plegarias,
de estampas jamás logradas,
de estéticas sublimadas:
Que está la Alhambra en lo alto
solemne y engalanada,
que pasa el Cristo y la Virgen
junto al Darro de Granada.
Sus rostros iluminados
parecen de fuego y nácar,
que sus penas se transforman
cuando cruzan Santa Ana.
Los llevan los costaleros
entre humos de bengalas.
Avanza la procesión,
como presagio de zambra,
por el Paseo de los Tristes.
Cuesta del Chapiz. Llegada
hasta el Peso de la Harina.
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Aquí termina Granada,
que el Sacromonte aquí empieza. Parece que el Cristo habla y sonríe levemente. Está llegando a su casa. Allá arriba, en el que llaman Valparaíso, le aguarda el templo de la Abadía del Sacro Monte: su casa. La Virgen va más ligera. Ha llevado hasta Granada su cariño y su ternura, su amor de Madre Sagrada. Brillan sus ojos: estrellas que en su rostro Dios pusiera. Va cansada; pero alegre. Que encendieron las hogueras para mostrarle el camino y rezar con fuego y leña. Van sonando bulerías, mientras al Monte la llevan sus hijos, los costaleros, y al Cristo las costaleras. Parece que van exhaustos pero firmes se enderezan paso a paso por la cuesta. Que cuando el amor es grande las fatigas se aligeran. El Sacro Monte ya es Sacro de nuevo: que ya contempla al Cristo de los Gitanos, el del Consuelo, y alberga a Santísima María del Sacro Monte en la Iglesia. He dicho. |