JUAN SÁNCHEZ OCAÑA
(IDEAL/Granada, 01/06/1988)
Afirmar este dato incontestable no supone rebajar en grados el jolgorio colectivo, sino todo lo contrario. Pretende añadir las más las más profundas razones para que el gozo sea completo. Naturalmente nos dirigimos a creyentes. Si la fe no cuenta, esta festividad, aunque se llame «Corpus», es pura tradición y cuestión de calendario.
Desde los albores de la presencia evangélica en la Granada romana de labios de Cecilio, hasta el «Cantemos al amor de los amores, Dios está aquí» de la mañana del jueves por las calles y a los pétalos de rosa desde los balcones, la realidad del sacramento eucarístico ha resonado sin cesar en la ciudad. Es un elemento fundamental del mensaje de Jesús y por tanto de sus seguidores.
En torno a la Eucaristía, presencia latente de la divinidad, ha girado y gira la vida de la Iglesia. Es su centro dinamizador, la sangre de su alma. En esta mesa toma el alimento que sostiene su gracia y dulcifica su espera. En este pan alimenta también su capacidad creadora de instituciones, ritos y objetos litúrgicos que son escenario y ornato para el culto al Sacramento.
El santuario del Sacromonte
Abundan en Granada estas expresiones institucionales y rituales de fe eucarística. Permítasenos destacar, entre las surgidas tras la reconquista, el santuario de la Abadía del Sacromonte, asentado en la colina de Valparaíso, extramuros de la ciudad, desde la primera década del siglo XVII.
Si la Colegiata de San Cecilio ha sido llamada por su simbolismo santuario de la fe en Granada y aún en Andalucía, el fervor eucarístico no podía estar ausente en su constitución y en su desarrollo. Leer más